jueves, 18 de febrero de 2010

Confidencias

Hola:
Hace mucho que no pasamos por aquí. Y no es casualidad. Cuando las cosas no van bien uno no tiene ganas ni de dar explicaciones, ni de ocurrencias. Porque ocurrencias son lo que escribo en este Blog. Nada más.
Careciendo de la inspiración necesaria, me limitaré a haceros partícipes de lo que solo he contado a mis compañeros, en Lotus y en Red Bull. Así justificamos el título, haremos unas confidencias.
El Torneo de Invierno en F1-Total está siendo para mi una mezcla de descanso competitivo e infortunios técnicos. El último ha sido el final definitivo del antiguo sistema de dirección en mi monoplaza. Con grandes dudas de que se pueda solucionar, cuando todo el presupuesto está comprometido en el próximo y muy cercano campeonato. No pintan las cosas mejor para Javi, por lo visto. Así que, o mucho cambia el panorama, o Lotus ya se ha despedido del actual torneo.
Pero esto no es la confidencia. Viene ahora, había que darle contexto.
Os voy a contar lo que soñé ayer, o al menos, creo que lo soñé.
Las imágenes eran sorprendentes. Me veía a mi mismo recogiendo un volante, o más bien lo que quedaba de él, de lo que parecía una terraza interior (me recordaba la que conocí en casa de mi abuela materna en España). Inmediatamente después arrojaba el citado volante, que ahora me pareció de esos que se usan en las consolas de juegos electrónicos, a un contenedor enorme en un lugar desolado...
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Los miércoles, nuestro protagonista entra tarde a trabajar, y decidíó llevar al "punto limpio" (así se llaman aquí, donde él vive, los lugares donde el ciudadano hace lo que la administración no hace aunque cobre por ello, lugares para reciclar), el volante roto y la piezas que guardaba del anterior.
Sujeto con un imán sobre la puerta del frigorífico, en casa, había vísto un vale descuento de una cadena de centros comerciales muy conocida y recordó, que allí, en la campaña de Navidad, disponía de varias unidades de su volante. Y pensó, que después de desacerse del antiguo, bien podría pasarse por allí.
Desde luego no había sido un éxito de ventas, porque estabamos en febrero y aún quedaban seis o siete volantes de su  modelo a 49,noventa y pico euros, vamos 50, y con el descuento se quedaría en 47. Pero se quedó bloqueado, no convencido, como dudando...

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¿No os ha pasado nunca que cuando vais a un centro comercial, sin haberlo planeado, os quedais indecisos ante toda oferta u oportunidad?
Pues a mi sí. Pero nunca me había ocurrido en sueños...
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El caso es que se presentó, ante nuestro amigo, como por sorpresa, el siguiente argumento: "Si quisieras el volante lo habrías cogido y punto, directamente, como en las dos ocasiones anteriores. Si estás dudando es que no lo quieres".
Y se fue sin volante.
Tras la jornada de duro trabajo, por la noche, al llegar a casa, le contó a su mujer lo sucedido por la mañana. Y ella que de vez en cuando tiene ataques de autora cómica y actriz de vodevil, se lanza a su cuello, le abraza, le llena de besos, diciendo entrecortadamente, borracha de emoción: "Gracias a Dios!! Estás curado!! Has superado tu adicción!! Has resistido la tentación de comprar el volante!!
Su hijo menor, atónito, les miraba desconcertado...

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Me desperté (no os explicaré cómo y en qué vergonzante situación), tras la última impactante escena del sueño, en la que mi mujer se lanzaba sobre mi como si de una escena de "Instinto básico" se tratase. Hasta aquí perfecto, pero la escena me asfixió. Mi mujer no paraba de decir "estás curado", "estás curado", y mi hijo nos miraba con cara de no conocernos.
No se qué pensar...

(continuará)