miércoles, 21 de octubre de 2009

La última cita

¿Cómo no voy a amar este pais? El año pasado segundo, y éste, tercero. Aquí empezó esta locura y aquí logramos definitivamente la victoria de mi equipo y de mi compañero. Aquí recuperamos, si es que alguna vez la tuvimos, la capacidad de divertirnos.

La carrera en Interlagos fue un derroche de virtuosismo entre los participantes. Nunca antes, al menos yo no lo recuerdo, se mantuvo la lucha "en caravana" durante tantas vueltas. Una de las salidas más difíciles del mundial, y no hubo ni medio incidente. El control del monoplaza por parte de NeoUther en la primera curva fue espectacular. Mi salida, como no se me ha dado casi nunca, y a pesar de ello, el empuje de Max en los primeros lances me relego al quinto puesto. Menudo trenecito montamos las primeras vueltas. En fin, y ¿qué decir de Javi-CyL?, dominador como no creíamos que fuera capaz. Además fíjense los lectores en sus declaraciones:

"Yo había previsto atacar en la salida y luego conservar hasta el segundo stint. Me aproveché de que el Ferrari hizo un extraño (...) y decidí hacer la trazada, sabiendo que Neo es el piloto más limpio de la parrilla en las salidas.

Pero en esta ocasión, no sólo no me tocó, sino que encontró un hueco imposible por el que metió el coche después de poder controlarlo. Afortunadamente se pasó un poco y pude retomar la primera posición antes de atacar la curva dos. Ahí prioricé salir con tracción máxima, para cubrirme en la recta. Esto me salvó en la curva tres y a partir de ahí ya pude ir con un poco más de aire. Pero Neo no aflojaba... menos mal que le llegaron problemas por detrás y tuvo que protegerse.

Después vi que mi compañero se ponía segundo y aflojé para darle ánimos a unirse a la cabeza y porque sabía que no me iba a atacar, pero de nuevo apareció la sombra de los Williams y Jion marcó 1:12.4, 1:12.0 y 1:12.2 en tres vueltas consecutivas. Ahí apreté al máximo, para ahogar las esperanzas de Jion y también marqué mis dos mejores vueltas de carrera (1:12.0 y 1:11.8). Como veis, no hace falta estar pegados para mantener batallas: la psicología también actúa."

Pero ¿realmente se pueden pensar tantas cosas, maquinar y ejecutar tácticas mientras se conduce un fórmula uno? Y yo que si pienso voy bien o voy mal, y no me concentro en cada viraje, me voy de excursión por los alrededores. No tengo palabras. ¿Quién es este tío? Conduce a 300 Km/h como nosotros paseamos. Nosotros planificamos el paseo sin detenernos a calcular nuestros pasos (andamos de memoria); pues así compite él, como quien da un paseo. ¿Es un ser normal?, ¿es humano? Humano es, o al menos, tras horas y horas de entrenamiento en común, eso me parece; pero debe haber recibido una descarga de rayos gamma, o algo así, de pequeño cuando sus padres le llevaron a disfrutar de una tarde de karting.

Saldremos tarde para la última cita del campeonato. Tenemos montada en Sao Paolo una celebración "de aupa", por el logro del equipo y de mi compañero, ayudados por la gente de aquí, que sabe como nadie montar una celebración. Será una repetición del Tanabata de este año, la fiesta de las estrellas japonesa, también una tradición en Sao Paolo.


(Imagen enlazada desde Brazil Travel Blog)

La última cita. "Hasta el rabo todo es toro", estará pensando NeoUther y estoy pensando yo. Para disfrute de los aficionados y para mi desgracia, no me puedo relajar. Lo que queda por dilucidar es precisamente el segundo puesto en el campeonato de pilotos. Y matemáticamente cuatro nos mantenemos en la lucha. ¡Jo, con Murphy!, ya podía olvidarse de mi por un ratito. Aunque Max y Neo dirán que a los que les toca una carrera sin problemas es a ellos.

La última cita: それは希望に満ちた旅になる方がましだ, dice un proverbio japonés: "Es mejor viajar lleno de esperanza que llegar." Y mi viaje, con BMW, con Javi, con los pilotos todos, los que persisten y los que añoramos, ha sido una enorme aventura. Que se lleve "el gato al agua" el mejor, y que a mi, en todo caso, "que me quiten lo bailao".

ありがとう

sábado, 10 de octubre de 2009

Novedades al amanecer

Siempre he preferido Río de Janeiro a Sao Paulo. Y aquí me encuentro hoy sábado, antes de salir para Interlagos a entrenar. Temprano, muy temprano. Sentado en la blanca arena de la Ensenada de Botafogo, con el Pan de Azúcar y el Morro (Pico) de Urca al frente, ligeramente hacia el sur (mi derecha), y el imponente Cristo Redentor a mi espalda.



La línea del horizonte no se deja ver, rodeada la ensenada de elevaciones, y el cielo empieza a arder, gracias a las primeras luces del alba. Es como una metáfora de los contrastes de esta ciudad, sin perfiles claros, sin dibujo, un juego de color al estilo impresionista, donde las figuras las construye mi retina y el juego de la luz.

Parece que el sol se resiste a levantar. Es el mismo sol naciente de mi tierra, pero lleva más de 16 horas "levantandose" por el mundo y parece cansado. Llega aquí, donde el ritmo de la vida le permitirá cumplir con su eterna misión relajadamente, sin agobios, a otro ritmo. Por eso parece que el amanecer es más pausado, para dar tiempo a los mortales a gozar del derroche de color impresionista del natural. Y es que, como el ingenio hispano enseñó, merece la pena detenerse orientados al este, porque "Amanece, que no es poco".



Pero a mi no me falla la naturaleza y las cosas suceden como "Dios manda", al contrario que el tragicómico final de la genial película española. Eso sí, desde mi posición, Urca retrasa la aparición completa del disco-sol, obligándole a un último esfuerzo, que me recompensa con la visión a contraluz del Pan de Azúcar y los rayos anaranjados proyectándose hacia la playa desde atrás, y al girarme veo iluminado, como si subieran un telón, la figura del Cristo que abraza el amanecer, o la ciudad a sus pies.



No tengo más tiempo para el disfrute escénico. Ya me han dicho que tenemos grandes cambios en F1Total. Para bien, se supone. Que tales cambios atraerán a nuevos pilotos, que seremos "compatibles" con otras ligas, en fin... Que habrá que volver a cogerle el pulso al monoplaza, por tercera vez esta temporada.

Y que se prepara una gran fiesta lúdico-deportiva para celebrar el segundo aniversario de nuestra liga. Felicidades, desde el Paraiso, desde el recientemente nombrado olímpico paraiso. ¡Cuánta novedad necesita el ser humano! ¡Qué lejos de la "siempre nueva rutina" de los espectáculos de la naturaleza!

Me voy a currar. ¡NA-MAS-TE!

miércoles, 7 de octubre de 2009

De la felicidad, la motivación y la competición

El amigo Aristóteles escribio que la felicidad es la "actividad propia del alma ejercida conforme a virtud". Una vez más, entre lo obvio y lo oscuro, diciéndolo todo cuando parece que no dice nada. Para hacerse una idea hay que desentrañar a qué se refiere el tutor de Alejandro Magno (¡menuda papeleta!), con actividad del alma y virtud.
Empezamos por el final. Es lugar común, un topicazo, que Aristóteles llamaba virtud, al hábito que se adquiere por la repetición de actos que evitan el exceso y el defecto, en un justo o prudente discernimiento adecuado a la ocasión y sobretodo al sujeto. El famoso término medio. Pero ésta es la virtud práctica, es decir, la que tiene que ver con la acción exterior, por así decirlo. Por otro lado, con la actividad del alma, se refiere a las operaciones que son propias del ser humano, que a diferencia de otros seres vivos, tiene como propia de su naturaleza la actividad racional, el conocimiento de lo universal o general. Así el discípulo no se separó tanto, como pretendieron algunos, de su maestro Platón, y coinciden ambos en que la virtud que verdaderamente satisface la exigencia de felicidad del alma humana es la prudencia o sabiduria (donde no hay término medio). Por tanto, la felicidad, aunque alcanzable (no una quimera), es una actividad, pero especulativa, no práctica, y el hombre no la encuentra en la realización de lo sensible, que comparte con el resto de los animales, sino en su operación propia, el conocimiento de lo más universal, lo más general.
Nos consuela entonces comprender porque no somos felices, estríctamente hablando, cuando tratamos de contemplar las verdades ocultas en el arcano arte y oficio de la conducción de un fórmula uno.
Hemos podido comprobar, menos veces que las que hubieramos deseado, la satisfacción, la alegría, la aparente felicidad, más duraradera de lo que los clásicos auguraban, que sentimos cuando obtenemos el premio del podio, más aún si cabe si somos vencedores de un gran premio. No nos sirve aquí Aristóteles, puesto que para él, esto sería algo así, (como oí a alguien alguna vez decir), confusión de la felicidad con la "satisfacción del animal sano".
Pero, para la comprensión del fenómeno, el exultante gozo de la victoria, conviene atender al concepto de la motivación, con el que la modernidad, casi sustituyó (o sin el casi) a la clásica voluntad. Nos "viene al pelo" la famosa pirámide de Maslow y la psicología humanista.
Así, en la base de la piramide están las necesidades primarias, que pronto, una vez garantizada su satisfacción, son sustituidas por las necesidades secundarias, de tal manera que el individuo puede dilatar en el tiempo la satisfacción de las primeras a cambio del logró de las segundas, hasta alcanzar la cúspide de la pirámide, el tan mánido estado del "hombre autorrealizado. ¡¿Cómo olvidar aquellos tiempos en que todo se explicaba como una búsqueda de la autorrealización?!; se excusaba el común de los mortales con la expresión "es que no me siento realizado" y abandonaba el estudio o aquel trabajo que tan lastimosamente le obligaba a madrugar. O cómo, más cercanamente (y aún nos cuesta librarnos) se jsutificaba el mal resultado del alumno con la famosa frase "es que no está motivado", o "no ha alcanzado la motivación suficiente". Ni que decir tiene que, en nuestro caso, el incentivo coincide con el fin: el logro de la victoria nos "mueve", o nos motiva, de tal forma y manera que podemos retrasar la necesidad de satisfacer el hambre o el sueño, o incluso sustituirlo, por el entrenamiento o la simple disputa esforzada de las carreras.
Llegados a este punto diremos, que la especulación de los filósofos o de los psicológos, no termina de resolver el eterno misterio de por qué disfrutamos en algunos esfuerzos y no en otros. (Me pregunto si la filosofía o la psicología, en realidad, resuelvan nada). Misterio, que si llegara a resolverse, nos daría una especie de varita mágica o piedra filosofal, que convertiría toda nuestra actividad en hobby, todo nuestro trabajo y esfuerzo en un deleite.
En fin, es obvio (y para quien no lo sea, yo se lo aseguro), que en la competición, en la autoexigencia de resultados, naufraga mi trabajo de piloto. Que de ninguna manera disfruto las carreras (lo hago con el entrenamiento); es pobre para mi alma el premio, escaso y muy excepcional, de la victoria; y que es mucho mayor la frustración de no alcanzar la satisfacción de esta necesidad secundaria que el logro ocasional de los objetivos, y así, de ningún modo llego a ser un "piloto autorrealizado".
Pero para esto también hay recetas de los "listos", que suelen decir que en el camino está la felicidad del viajero y no en la llegada al destino. Y yo digo que, solo esto es cierto cuando viajas en buena compañía. Probablemente la mayor dificultad de cualquier viaje, es precisamente ésta, la compañía, que, o no se tiene ninguna, o nunca se encuentra la adecuada. De todos es conocido aquello de que si quieres mantener un amigo, no te vayas de viaje o vacaciones con él.
Luego concluyamos:
La felicidad nunca está en el fin, objetivo o resultado; no está, tampoco, en el proceso, en el camino. Está en el otro. Al revés que en el pesimista autor francés ("el infierno son los otros"), el paraiso, la felicidad, está en el entrenamiento con mi compañero de equipo.
¡Ahí queda eso!