Este es el título de una película "menor" de Bruce Willis y Matthew Perry (Friends), entre otros. Sin destripar el argumento diremos que, como en otras ocasiones, estamos ante una comedia en la que se juega con la situación que provoca el encuentro de un individuo normal y un tipo muy peligroso. Pero la relación entre el maniático dentista y el asesino a sueldo, dará lugar a insulsas e increibles situaciones, que no terminan de captar al espectador y es por eso que la calificamos de "comedia menor".
No logra la película cumplir con el título, pues la pretensión de que los personajes no sean lo que parecen ni siquiera aparece en la trama. Pero es que no se pretendía. Es culpa del título elegido en España (originalmente "The Whole Nine Yards"), y no del original.
En fin si no la has visto no te has perdido nada.Pero aprovechemos el tema del título: Falsas apariencias.
Coloquial y figuradamente expresión aceptable, pero en estricto, un despropósito, porque las apariencias no pueden ser ni falsas ni verdaderas.
La verdad (y su contrario) se ha entendido de diversas maneras a lo largo de la historia del pensamiento. La verdad ontológica o metafísica (la adecuación con la realidad) es del todo ajena a las apariencias. Siguiendo a Platón: sobre el mundo sensible (solo aparente) no hay ciencia, solo opinión. La verdad científica se encuentra en la auténtica realidad, el mundo de las ideas.
La verdad como coherencia, la idealista, una mera adecuación lógica, la de las matemáticas, la inagurada por Descartes, tampoco tiene que ver con las apariencias. Ya sigamos al racionalismo o al empirismo, aparentes lo son los fenómenos y la verdad es una propiedad del juicio que si se pretende verdadero (por necesario) no abarcará el mundo fenoménico. Al menos la verdad científica, la que se entendía en aquel momento.
La disolución del pensamiento que trazó la filosofía contemporánea ya ha desechado ese concepto antiguo de verdad científica y cualquier otra posibilidad de verdad dogmática (no la hay ni en la ciencia ni en el ámbito extracientífico). Desde Nietzsche la verdad y su contrario son "ficciones" de la decadente civilización occidental.
Por más que recorramos líneas diversas del pensamiento occidental, no encontramos cómo unir apariencia y verdad. Sin embargo en el mundo de la Liga F1 Total, en la que paticipo, si son posibles las falsas apariencias o las apariencias verdaderas.
Para lograr un campeonato competitivo, que de también la posibilidad de recompensa al esforzado piloto, por poco hábil que sea, la J.I.A., se desvela buscando adecuar la simulación de la realidad y la oportunidad de competición para todos.El actual campeonato en F1 Total es solo apariencia, pues no es un campeonato de F1 real, pero quiere ser un verdadero campeonato virtual. Para promover la participación de todos, se quiere minimizar la distancia entre unos pilotos y otros, por el bien de la competición, y para eso se han inventado una ventaja para algunos equipos consistente en permitir que "pesen" sus vehículos menos. 80 kilos menos.
Semejante ventaja argumentará la J.I.A. no perjudicará demasiado a los "mejores" y dará "chance" a los que lo tienen (por las razones que sea) más difícil.
Aquí está la cuadratura del círculo, la posibilidad de que la falsa apariencia sea una expresión en estricto comprensible (cuando, como ya hemos visto antes, de suyo no lo es).
¿Qué criterio determina quién debe tener tales ventajas y quién no? Pues no se dice. Lo que sí sabemos es que lo tienen quien la J.I.A. ha decidido por su cuenta y riesgo, sin considerar el verdadero perjuicio.Aceptemos que los "mejores" no se ven perjudicados. Pero que pasa con aquéllos que son tan torpes como los "peores" y sin embargo a fuerza de entrenamiento y trabajo logran ser competitivos. Pues que metidos en la lucha con los líderes se ven ahora "abasallados" por los que pasan a ser competitivos sin ningún esfuerzo.
Todos los intentos de hacer el juego más cercano a la realidad por parte de la J.I.A no son más que falsas apariencias. La única verdad es que estamos sometidos al imperio de la arbitrariedad.
La mejor definición del Estado totalitario es precisamente la que proporciona la expresión falsas apariencias. Todo en esos Estados es falsa apariencia: falsa apariencia de orden, de paz, de protección del ciudadano, de defensa de la propiedad, de la identidad... Falsa apariencia, en fin, que toda la estructura del poder político sea al servicio del ciudadano, pues en el Estado totalitario todo está al servicio de su propia supervivencia, no de la del ciudadano, que es prescindible siempre.
En F1 Total vivimos en un estado totalitario de falsas apariencias. Donde lo que verdaderamente importa, aunque se diga lo contrario, es la supervivencia de la Liga no el bien de la competición. Nakayima, es decir yo, denuncio esta ¿nueva? ocurrencia de la J.I.A., por injusta con quien como yo lucha por ser competitivo, a pesar de sus limitaciones, lo logra a veces, y recibe sus satisfacciones. Sin embargo otros, con sus limitaciones, reciben ventajas sin pedirlas ni merecerlas. Yo me esfuerzo por competir contra los "mejores", otros o no se esfuerzan o no pueden, ni quieren, pero, a cambio, reciben el premio de ponerle las cosas difíciles a Nakayima (o a Max, o a Darío, etc). Hemos dicho sin pedirlas, las ventajas, o ¿sí las pidieron? No lo sabemos. O ¿sí las merecen y nosotros no? Que nos lo expliquen porque no acertamos a entenderlo.
¿Qué tal la falsa apariencia de democrático funcionamiento de la Liga F1 Total, y debatimos semejantes despropósito?
O, ¿mantenemos la falsa apariencia de ¡qué grande es nuestra liga y campeonato!, ¡qué grande es nuestro líder el "ninjamaster"!? ¡Qué bien vela por los intereses del campeonato!
Patrañas. Me uno a los exabruptos de Nietzsche, y pido con él que nos dejen en paz los que velan por la verdad y nos cuentan mentiras, para sostener la ficción moral. Que lo único verdadero es lo aparente y la realidad no es la que nos venden.