miércoles, 30 de septiembre de 2009

Luces de Oriente

Sólo el brillo de la luna ilumina a los últimos que se resisten a abandonar el circuito de Marina Bay. Y su reflejo de la luz del Sol de Oriente muestra en mi cara el agotamiento y el regusto, una vez más amargo, del podio. Un podio que es, en gran parte, resultado del abandono de los enemigos que se quedaron por el camino y no pudieron mantener las batallas hasta el final.
Nos quedamos solos bajo un mar de estrellas a pesar de las amenazas de los agoreros con sus nubarrones de tormenta.
Dice la expresión castiza: "éramos pocos...", pero en Singapur, no "parió la abuela", sino todo lo contrario. En este caso es más apropiado "nos quedamos solos como los de Tudela". Pero en esta ciudad, en cualquier caso, es difícil quedarse sólo, es un hervidero de humanidad conservada en una humedad constante de sabor salado. No nos queda más remedio que suponer que otros prefirieron "Singapur, la nuit", que el suplicio del monoplaza.
Ya la primera salida mostró que los muros de Marina Bay iban a cobrarse su tributo. Y los problemas mecánicos también. En mi caso, incapaz, por ejemplo, de hacer funcionar el aviso de reinicio de carrera. Al margen de la ansiedad por salir de la ratonera en la que yo sólo me metí, lo más emocionante fue la batalla con Neo. Recordando los tiempos gloriosos de los piratas malayos del XIX, nos enzarzamos en un duelo de esgrima, de esos que más parecen una coreografía que una verdadera lucha. Nos dedicamos a la ejecución de "ochos" que el mismísimo Nureyev querría haber interpretado en los teatros del Extremo Oriente. Ahora paso yo, ahora pasas tú; primero por la izquierda, después por la derecha, hasta que las "protecciones" (dudoso apelativo), los muros de la triple curva pusieron fin a nuestro enfrentamiento.
Aún me estoy preguntando, con lo magistralmente que estábamos interpretando el ballet, intercambiando posiciones, por qué lo intentó allí. O, quizá, mi malévolo inconsciente dejó abierta una puerta, muy estrecha, para que mi rival "picara". No lo se. Lo prometo. No tengo claro ser del todo yo cuando conduzco. En realidad, no sé quién soy yo cuando hago nada,... o todo.
No pudo repetirse más adelante el duelo, porque ésta no es la temporada de Ferrari, con más problemas mecánicos, que vicisitudes pasó la Armada Invencible.
Ahora frente al horizonte espero el primer rayo del amanecer. Mañana, ya hoy, estaré cerca de mi hogar. Al menos, los esfuerzos, con premio o sin él, se llevan mejor en tu patria.
¡¡BANZAI!!

martes, 15 de septiembre de 2009

Opera y comida china

Monza 2009 se me presentaba como un gran manjar delicado, y, sobretodo, muy elaborado. Una carrera preparada a conciencia con los mejores ingredientes y la más cuidada elaboración de un gran chef. Digna del plato estrella de un exclusivísimo banquete. Yo, muy incauto, esperaba un festín, donde se disfrutara ampliamente de las riquezas de la cultura mediterránea (el paisaje así lo demandaba), en mesa para dos (tres a lo sumo, por la tradición del podio), en un nuevo acto de la gran opera a la que asistimos en Alemania.
Sin embargo pronto descubrí que había más convidados al reparto del pastel, o que el coro se rebelaba, campaba por sus fueros y pretendía eclipsar a los protagonistas. Y como suele ocurrir cuando parece que las celebraciones se exceden en número de invitados, se cambia la alta cocina mediterránea, por la siempre socorrida comida china.
Pero es un error muy común entre los occidentales, confundir la milenaria cocina china con el variadísimo y "barato" elenco de platos de muchos de los mal llamados restaurantes chinos instalados en occidente. Y de esta experiencia juzgar de menos lo que en realidad se desconoce. De hecho, es perfectamente posible encontrar en Occidente alta cocina oriental, fiel a su milenaria tradición, pero que, como todo lo exquisito, es escaso.
Así la mitad del primer acto en Monza, dio la impresión de que me regalaría con una culminación a tan elaborada preparación y minucioso entrenamiento. Un culmen que bien podría compararse con el famoso "pato a la pekinesa". Asistí a la variopinta panoplia de ingredientes y el derroche del camarero con los palillos montando los "paquetitos", con esa habilidad meticulosa que solo los chinos saben exibir.
Pero fue un espejismo; como si el jefe de sala hubiera confundido las mesas, retirando al diestro camarero de la nuestra y sustituyendo el pato por el cerdo agridulce. Porque agria fue la sensación que queda en el paladar cuando cometí el error en "la parabólica", que primero confirmó la mediocridad de la primera mitad de la carrera, y segundo trastocó los planes del equipo. Pero también dulce, pues la segunda mitad si mostró mi cuidado trabajo de muchas semanas, hasta arañar casi textualmente el tercer cajón del podio.
El pato a la pekinesa era para mi compañero, que "se paseo" por el escenario de Monza, recuperando a voluntad lo que el coro le quería quitar. Y dió las veces que fueron necesarias el "do de pecho".
Mis cinco puntos en Monza, en cambio, fueron el cerdo agridulce, pero ¡cuidado!, no se engañe el lector porque, como bien ha testimoniado el crítico Max Rufus, un esmerado cerdo agridulce puede ser manjar de emperadores.
Y al final de la opera, ...por más que pese al coro..., deleitaron los protagonistas (como debe ser) para llevar un poco más lejos la distancia de BMW con sus competidores.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Comunismo y meteorología


"Bueno, espero que de todo esto salga algo positivo. Una pequeña revolución de cuando en cuando es algo saludable, ¿no cree?"


Creía que la entrada de ayer provocaría una tormenta entre los participantes de F1 Total, en paralelo a las previsiones meteorológicas para el G. P. de Italia. Sin embargo ni una cosa ni la otra, al menos, a día de hoy.

Entre las claves que pueden explicar que no se cumplieran las previsiones, está la cita de Max Rufus, según él, obtenida de la inteligente serie televisiva de los Simpsons: "dar las mismas oportunidades a todos cuando sabemos que no somos iguales , cómo se llama, niños? ....comunismo".

Merece una reflexión, que aunque parezca no tener nada que ver, puede relacionarse con los modelos estadísticos que se manejan en las previsiones meteorológicas, de las que estamos tan pendientes para Monza.

Tanto el comunismo como la meteorología, se presentan como científicas. El comunismo tiene su origen en el autodenominado socialismo científico, de Marx, y la meteorología, es lugar común que se encuentra entre las disciplinas científicas. Sin embargo, en ambos casos, tal carácter científico es discutible; y, además, todos tenemos constatación de las falacias (argumentos con apariencia de validez lógica) que tanto comunistas como meteorológos nos han vendido. Bien es verdad que los primeros a conciencia, y los segundos por un exceso de confianza soberbio en el control de un sinfín de condiciones naturales no siempre controlables.

Pero empecemos por lo que los Simpsons califican de comunista: Dar las mismas oportunidades a los que no son iguales. Se entiende, de la aportación de nuestro rival Max Rufus, que lo deseable es dar oportunidades distintas a los que son distintos, en orden a la consecución de las metas que para cada uno sean máximas, que por definición también han de ser distintas. Aquí está el error de la cita. El comunismo no iguala en las oportunidades sino en las metas u objetivos, condenando al que puede llegar más lejos a la mediocridad, en su caso, del objetivo de los que nunca llegarán tan lejos. Dicho de otro modo, si restrinjo los medios a unos y los potencio para otros con el fin de alcanzar todos la misma meta, inevitablemente nos quedaremos en el mínimo, ni siquiera en la media, eso sí igual para todos. Ese es el igualitarismo injusto del comunismo, o socialismo real, una prostitución del famoso aforismo marxista: a cada cual según su necesidad y de cada cual según su capacidad.

En la Liga F1 Total se argumenta, en favor del mantenimiento de todos los pilotos en la competición, que hay que dar algunas facilidades (mejores medios) a los que demuestran dificultades, para que se vean en la posibilidad de competir con los "más experimentados". Si esto fuera así, sin perjuicio, de éstos, no habría nada que oponer. Pero mucho nos tememos que como en la desaparecida sociedad soviética y donde aún se sostiene el mal llamado comunismo, una élite se alejará en su abundancia del resto, que vivirá muy lejos de sus aspiraciones máximas conseguibles. Lo contrario de lo que se decía justificaba la medida: aún menos igualdad.

Y ¿qué tiene que ver esto con la meteorología?

Pues la estadística. Como herramienta es uno de los grandes logros de la ciencia, pero como explicación última es muy problemática. Todo el mundo conoce el juego demagógico de que si de dos individuos, uno se come un pollo, la estadística nos dice que.... Los especialistas en estadística pueden responder a esto con facilidad mostrándonos el error. No es verdad que hayan comido medio pollo cada uno en la realidad ni tampoco es verdad estadísticamente.

El juego falaz del vulgo tiene su origen en el desconocimiento, o en la divulgación... El caso es que la exigencia de información inmediata de la sociedad actual hace caer a la meteorología, o a los que la mal usan, en falacias semejantes. Los modelos estadísticos provienen de grandes series de observación histórica de los factores que afectan al tiempo meteorológico, y por lógica, no pueden transponerse siempre de inmediato, aunque las condiciones observadas parezcan semejantes.

Así hoy jueves ya no parace que vayan a caer tormentas sobre Monza, como a principios de semana se auguraba, y quizá mañana vuelvan a cambiar las previsiones.

Y hoy jueves parece que a partir de Monza, en F1 Total se buscará igualar la competición, y quedará en un injusto ensayo de igualitarismo.

La complejidad de la Naturaleza y la libertad en la Sociedad confundan a los pseudocientíficos y ganemos los mortales con una saludable revolución de vez en cuando ("La caza del Octubre Rojo").

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Falsas apariencias

Este es el título de una película "menor" de Bruce Willis y Matthew Perry (Friends), entre otros. Sin destripar el argumento diremos que, como en otras ocasiones, estamos ante una comedia en la que se juega con la situación que provoca el encuentro de un individuo normal y un tipo muy peligroso. Pero la relación entre el maniático dentista y el asesino a sueldo, dará lugar a insulsas e increibles situaciones, que no terminan de captar al espectador y es por eso que la calificamos de "comedia menor".
No logra la película cumplir con el título, pues la pretensión de que los personajes no sean lo que parecen ni siquiera aparece en la trama. Pero es que no se pretendía. Es culpa del título elegido en España (originalmente "The Whole Nine Yards"), y no del original.
En fin si no la has visto no te has perdido nada.Pero aprovechemos el tema del título: Falsas apariencias.
Coloquial y figuradamente expresión aceptable, pero en estricto, un despropósito, porque las apariencias no pueden ser ni falsas ni verdaderas.
La verdad (y su contrario) se ha entendido de diversas maneras a lo largo de la historia del pensamiento. La verdad ontológica o metafísica (la adecuación con la realidad) es del todo ajena a las apariencias. Siguiendo a Platón: sobre el mundo sensible (solo aparente) no hay ciencia, solo opinión. La verdad científica se encuentra en la auténtica realidad, el mundo de las ideas.
La verdad como coherencia, la idealista, una mera adecuación lógica, la de las matemáticas, la inagurada por Descartes, tampoco tiene que ver con las apariencias. Ya sigamos al racionalismo o al empirismo, aparentes lo son los fenómenos y la verdad es una propiedad del juicio que si se pretende verdadero (por necesario) no abarcará el mundo fenoménico. Al menos la verdad científica, la que se entendía en aquel momento.
La disolución del pensamiento que trazó la filosofía contemporánea ya ha desechado ese concepto antiguo de verdad científica y cualquier otra posibilidad de verdad dogmática (no la hay ni en la ciencia ni en el ámbito extracientífico). Desde Nietzsche la verdad y su contrario son "ficciones" de la decadente civilización occidental.
Por más que recorramos líneas diversas del pensamiento occidental, no encontramos cómo unir apariencia y verdad. Sin embargo en el mundo de la Liga F1 Total, en la que paticipo, si son posibles las falsas apariencias o las apariencias verdaderas.
Para lograr un campeonato competitivo, que de también la posibilidad de recompensa al esforzado piloto, por poco hábil que sea, la J.I.A., se desvela buscando adecuar la simulación de la realidad y la oportunidad de competición para todos.El actual campeonato en F1 Total es solo apariencia, pues no es un campeonato de F1 real, pero quiere ser un verdadero campeonato virtual. Para promover la participación de todos, se quiere minimizar la distancia entre unos pilotos y otros, por el bien de la competición, y para eso se han inventado una ventaja para algunos equipos consistente en permitir que "pesen" sus vehículos menos. 80 kilos menos.
Semejante ventaja argumentará la J.I.A. no perjudicará demasiado a los "mejores" y dará "chance" a los que lo tienen (por las razones que sea) más difícil.
Aquí está la cuadratura del círculo, la posibilidad de que la falsa apariencia sea una expresión en estricto comprensible (cuando, como ya hemos visto antes, de suyo no lo es).
¿Qué criterio determina quién debe tener tales ventajas y quién no? Pues no se dice. Lo que sí sabemos es que lo tienen quien la J.I.A. ha decidido por su cuenta y riesgo, sin considerar el verdadero perjuicio.Aceptemos que los "mejores" no se ven perjudicados. Pero que pasa con aquéllos que son tan torpes como los "peores" y sin embargo a fuerza de entrenamiento y trabajo logran ser competitivos. Pues que metidos en la lucha con los líderes se ven ahora "abasallados" por los que pasan a ser competitivos sin ningún esfuerzo.
Todos los intentos de hacer el juego más cercano a la realidad por parte de la J.I.A no son más que falsas apariencias. La única verdad es que estamos sometidos al imperio de la arbitrariedad.
La mejor definición del Estado totalitario es precisamente la que proporciona la expresión falsas apariencias. Todo en esos Estados es falsa apariencia: falsa apariencia de orden, de paz, de protección del ciudadano, de defensa de la propiedad, de la identidad... Falsa apariencia, en fin, que toda la estructura del poder político sea al servicio del ciudadano, pues en el Estado totalitario todo está al servicio de su propia supervivencia, no de la del ciudadano, que es prescindible siempre.
En F1 Total vivimos en un estado totalitario de falsas apariencias. Donde lo que verdaderamente importa, aunque se diga lo contrario, es la supervivencia de la Liga no el bien de la competición. Nakayima, es decir yo, denuncio esta ¿nueva? ocurrencia de la J.I.A., por injusta con quien como yo lucha por ser competitivo, a pesar de sus limitaciones, lo logra a veces, y recibe sus satisfacciones. Sin embargo otros, con sus limitaciones, reciben ventajas sin pedirlas ni merecerlas. Yo me esfuerzo por competir contra los "mejores", otros o no se esfuerzan o no pueden, ni quieren, pero, a cambio, reciben el premio de ponerle las cosas difíciles a Nakayima (o a Max, o a Darío, etc). Hemos dicho sin pedirlas, las ventajas, o ¿sí las pidieron? No lo sabemos. O ¿sí las merecen y nosotros no? Que nos lo expliquen porque no acertamos a entenderlo.
¿Qué tal la falsa apariencia de democrático funcionamiento de la Liga F1 Total, y debatimos semejantes despropósito?
O, ¿mantenemos la falsa apariencia de ¡qué grande es nuestra liga y campeonato!, ¡qué grande es nuestro líder el "ninjamaster"!? ¡Qué bien vela por los intereses del campeonato!
Patrañas. Me uno a los exabruptos de Nietzsche, y pido con él que nos dejen en paz los que velan por la verdad y nos cuentan mentiras, para sostener la ficción moral. Que lo único verdadero es lo aparente y la realidad no es la que nos venden.